Hidari Jingoro (左 甚 五郎) escultor, arquitecto y pintor zurdo, es un mito de renombre
conocido por su Nemuri-Neko ("gato durmiente") del templo de Nikkô, que dicen lleva el
espíritu de Tokugawa Ieyasu, primer shogun de la dinastía Tokugawa, que gobernó el país del Sol Naciente más de dos siglos.
" El templo de Nikkô era famoso. Edificado en un
entrante de la colina, a quince minutos de marcha desde Yasuoka, debía su
reputación a sus árboles plantados por la mano misma del príncipe Takaoka así como a su elegante pagoda de tres
pisos, cuya construcción se atribuía a Hidari Jingorô
Hace mucho, mucho tiempo, un escultor llamado Sakichi,
vagaba por las tierras de Kamakura. Sakichi quería hospedarse en un hotel pero
no tenía dinero, entonces se dirigió al hotelero y le dijo:
- No tengo dinero, y me gustaría pasar la noche aquí, y le
puedo hacer una escultura como pago.
El hotelero le permitió quedarse y Sakichi así lo hizo. Al
día siguiente Sakichi le entregó una escultura de un dios. El hotelero, muy
contento, al ver la obra exclamó:
- ¡Es una escultura magnífica!
En aquel entonces se estaba construyendo en Nikko el templo
Tôshôgu donde estaba el afamado escultor Hidari Jingoro. El hotelero llevó a
Sakichi ante Jingoro y se lo presentó, para que trabajara con él. Sakichi
estaba muy contento y pensó:
- Voy a trabajar con mucho ahínco.
Jingoro le dijo a Sakichi:
-Voy a cincelar un dragón y tú cincela un gato en la puerta.
Ambos trabajaron muy árduamente durante un tiempo, y en el
último día, de trabajo en el templo, durante toda la jornada trabajaron sin parar y por la noche con las
obras ya acabadas del Templo deTôshôgu, hicieron una gran fiesta en la que se
cantó, bailó y bebió en abundancia.
Todos estaban muy contentos y al anochecer cansados se
durmieron satisfechos, sin haber comido la comida preparada. A la mañana
siguiente al despertar, vieron con estupefacción que "alguien" se
había comido todos los manjeres sin dejar ni las migajas.
- Te lo comiste?
-Yo no!
Jingoro y Sakichi se miraron y se dirigieron con paso rápido
a la puerta. En ese lugar estaba el gato esculpido por Sakichi y restos de
comida a su alrededor.
Jingoro transformó al gato en un gato dormido y le dijo a
Sakichi:
-Este gato es magnífico. Probablemente su alma entró y salió
por aquí. Pero ahora ya no hay de que preocuparse.
Este gato, es el que podemos ver dormido todavía a día de
hoy es el Nemurineko y sigue durmiendo en Nikkotôshôgu desde entonces.
Este es uno de los muchos relatos que se cuentan sobre esta
escultura y sobre su autor Jingoro el Zurdo. Sobre este artista hay tantas
anécdotas que no es posible discernir cuáles son verídicas y cuáles forman
parte del imaginario japonés colectivo.
1 comentario:
Es curioso, salgo del blog de Lucía tras leer una historía de mitología china y termino en un cuento japonés. Parece claro que me sonríen las Fortunas :)
Publicar un comentario